Mesoamérica es el área cultural que engloba el territorio del actual México y casi toda Centroamérica, donde se desarrollaron una serie de civilizaciones que compartían rasgos y tradiciones culturales, antes de la llegada de los europeos en el siglo XVI. El término Mesoamérica se refiere tanto a las culturas que existían antes de que arribaran los europeos como a la región en la que se desarrollaron, que incluía los actuales territorios de México, Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica. Los límites de Mesoamérica, así como sus tradiciones, cambiaron constantemente a medida que determinados rasgos culturales se extendieron entre las distintas sociedades. Entre las civilizaciones más importantes que se desarrollaron en la región se cuentan la olmeca, la zapoteca, la maya y la azteca.
En el periodo de 3.000 años que se inicia hacia el 1500 a.C. una serie de importantes culturas emergió en Mesoamérica, haciendo de ella uno de los centros mundiales en el desarrollo de la Humanidad. Estas sociedades produjeron un arte característico, formas arquitectónicas y sistemas de creencias religiosas. La mayoría se desarrollaron sobre los logros de las culturas que les precedieron y adoptaron costumbres de otros pueblos con los que comerciaban o guerreaban. Algunas de estas culturas mesoamericanas se alargaron durante muchos siglos, desarrollándose a lo largo del preclásico, el clásico y el posclásico, mientras que otras experimentaron su auge y caída en un corto lapso de tiempo.
LOS OLMECAS
La civilización olmeca tuvo su inicio hacia el 1.500 a.C. Los estudiosos consideraban tradicionalmente a la olmeca como la “cultura madre”, o primera gran civilización de Mesoamérica; sin embargo, en la actualidad muchos expertos opinan que la olmeca era una más entre las muchas sociedades desarrolladas en la época. El arte, la religión y otros logros olmecas tuvieron una gran influencia sobre otras culturas que se desarrollaron después en una amplia zona de Mesoamérica. Los olmecas vivían en las tierras bajas tropicales que bordeaban la costa del golfo de México, en lo que son ahora los estados de Veracruz-Llave y Tabasco. Los caudillos olmecas controlaban algunas de las tierras agrícolas más ricas de Mesoamérica, que podían proporcionar alimento para un gran contingente de población. Los olmecas construyeron en la jungla grandes ciudades en las que se celebraban ceremonias políticas y religiosas. En estos centros, como San Lorenzo, La Venta o Tres Zapotes, los olmecas levantaron algunas de las primeras pirámides de América, así como gigantescas esculturas pétreas. Entre los monumentos más notables se encuentran las enormes cabezas esculpidas en basalto, con un peso de 25 toneladas o más, que representan a los gobernantes olmecas. También esculpieron tronos en piedra en los que grabaron la genealogía de los caudillos.
Las elites olmecas se relacionaban social y comercialmente con otros pueblos de toda Mesoamérica, algunos de lugares tan lejanos como el México central, Oaxaca y Guatemala. Estas conexiones se evidencian en los motivos característicamente olmecas que se han encontrado en la cerámica y en los grabados lapidarios de muchas regiones diferentes. Los olmecas, como otras sociedades de este periodo, desarrollaron un calendario, un sistema de medición astronómica y un rudimento de escritura. Estos avances fueron utilizados más tarde por civilizaciones mesoamericanas posteriores, como la de los mayas y los zapotecas, como punto de partida para desarrollos más sofisticados. Muchos conceptos religiosos e ideologías de gobierno mesoamericanos se remontan también a los olmecas y a otras sociedades coetáneas.
LOS MAYAS
La civilización maya se inició entre el 600 y el 400 a.C. en las tierras bajas selváticas pertenecientes a los actuales territorios de Guatemala, Belice y sureste de México. Aunque se prolongó hasta la conquista española a principios del siglo XVI, alcanzó su apogeo durante el periodo clásico (200-900 d.C.). A diferencia de Teotihuacán, los mayas no crearon una estructura política unificada sino que formaron un cierto número de ciudades-estado con una cultura común. Las formas artísticas, los conocimientos científicos y la arquitectura monumental hicieron de los mayas el pueblo más civilizado en muchos aspectos del continente americano.
Hacia el 600 a.C. las tierras bajas mayas experimentaron un gran y rápido aumento de población. El área, salpicada de pequeñas comunidades agrícolas, vio la emergencia de poderosos cacicazgos hacia el 400 a.C. De entre todas estas entidades destacaron lugares como El Mirador, Tikal, Cerros, Becan y Dzibilchaltun, que se convirtieron en grandes centros ceremoniales, con decenas de miles de habitantes. Se levantaron enromes templos y amplias plazas para reflejar el poder y la autoridad de los gobernantes mayas. La cerámica y otras artes, obra de artesanos especializados, eran uniformes en toda el área.
Los cacicazgos mayas tenían estrechos vínculos económicos entre ellos y con otros de las tierras altas de Guatemala y la costa del Pacífico, incluyendo Izapa y Kaminaljuyú. De todas estas culturas, los mayas adoptaron la costumbre de esculpir estelas para codificar acontecimientos históricos. Los gobernantes mayas posteriores patrocinaron el grabado de estelas con inscripciones que proclamaban su autoridad, glorificaban su genealogía y narraban sus conquistas. Dado que las fechas mayas guardan una correlación con el calendario europeo, estas estelas proporcionan una cronología muy precisa de la historia maya.
A principios del periodo clásico (hacia el 250-300 a.C.), los mayas entraron en la etapa más elevada de su civilización. En aquella época varias ciudades-estado maya competían por gobernar las tierras bajas meridionales, y dominar sus respectivos territorios. Entre estas ciudades estaban Palenque, Piedras Negras, Yaxchilán, Altar de Sacrificios, Seibal, Dos Pilas, Tikal, Uaxactún, Altun Ha, Caracol, Quiriguá y Copán. Como otras sociedades mesoamericanas, los mayas se regían por una clase nobiliaria que acaparaba el poder político y religioso. Las ciudades más pequeñas pagaban tributos a los gobernantes que residían en los principales centros urbanos.
Muchos trabajadores especializados encontraban empleo en estas ciudades mayas: arquitectos, tejedores, alfareros, miniaturistas, artesanos de adornos de pluma, canteros y escultores. Los mayas produjeron un arte y una arquitectura brillantes e hicieron importantes hallazgos científicos, en especial en astronomía y matemáticas. Construyeron grandes complejos ceremoniales, dominados por gigantescas pirámides escalonadas de piedra coronadas por templos dedicados a distintos dioses, y erigieron también palacios, plazas, observatorios astronómicos y juegos de pelota para las competiciones sagradas que se jugaban allí, como en el resto de Mesoamérica. Los mayas diseñaron también un elaborado y preciso calendario y un complejos sistema jeroglífico.
El primero de los principales centros mayas del periodo clásico fue Tikal, enclavado en el área selvática del departamento del Petén, en el norte de Guatemala. Tikal levantó su primera estela en el 292 d.C. y durante los siguientes 200 años dominó buena parte de las tierras bajas. Muchos factores explican el ascenso de Tikal. Su situación aunaba ricos recursos agrícolas, una posición militar estratégica y le permitía el control de los tráficos comerciales locales, especialmente los del cacao. Tikal era, además, un importante centro religioso y mantenía estrechos vínculos con Kaminaljuyú, en las tierras altas, y con la gran civilización de Teotihuacán. Probablemente, Tikal amplió su área de influencia estableciendo dinastías propias en otros centros menores, bien fuera por conquista, bien por matrimonio entre las elites.
Al principio del siglo VI varias ciudades desafiaron la supremacía de Tikal en las tierras bajas. En 592 el gobernante de Caracol, en el territorio del actual Belice, sostuvo una guerra victoriosa contra Tikal. El caudillo de Tikal fue capturado y asesinado en un sacrificio ritual, y muchos monumentos de la gran plaza de la ciudad fueron destruidos. Caracol creció desmesuradamente hasta el siglo VIII. Mientras tanto, algunos supervivientes de la dinastía de Tikal establecieron un nuevo estado en Dos Pilas y Aguateca y finalmente conquistaron el sur del Petén.
A finales del periodo clásico (600-900 d.C.) la población de las tierras bajas del sur superaba probablemente los diez millones de habitantes. En ese momento, la civilización maya sufrió un repentino y misterioso colapso. Entre el 800 y el 900 la actividad escultórica y arquitectónica cesó. Muchas ciudades fueron abandonadas y la población total de la región cayó en picado. Los estudiosos han sugerido muchas posibles causas para este colapso, entre las que se cuentan la superpoblación, epidemias, guerras y deterioro medioambiental con la consecuente bajada del rendimiento agrícola. Es probable que las causas variasen en cada ciudad.
Tras el colapso de las ciudades de las tierras bajas, el centro de la civilización maya fue transferido a las áreas septentrionales de la península de Yucatán, en particular a las ciudades de Chichén Itzá, Uxmal y Cobá. En el siglo X el pueblo tolteca procedente del norte de México invadió o emigró a la región, y la cultura maya sufrió el influjo de las costumbres, el arte y la religión toltecas. Los toltecas eran un pueblo de guerreros y comerciantes y bajo su influencia los dirigentes militares y los mercaderes mayas se hicieron más poderosos. Entre los años 1000 y 1250, Chichén Itzá era el estado dominante de la región y recibía el tributo de las áreas circundantes.
Hacia 1250 Chichén Itzá fue derrotado por la ciudad-estado de Mayapán. En este pequeño centro fortificado, una confederación de tres linajes aristocráticos estableció una unidad estatal en la región de la Península de Yucatán. A mediados del siglo XV esta unidad se descompuso en una docena de miniestados muy competitivos entre sí. Éste fue el panorama político que se encontraron los españoles cuando llegaron al Yucatán en 1517.
LOS AZTECAS
Los aztecas construyeron el imperio más poderoso de Mesoamérica, famoso por su riqueza y sus rituales. En menos de un siglo, se hicieron con el control de una zona que se extendía desde el golfo de México, al este, hasta la costa del pacífico, al oeste, y desde el centro de México hasta Guatemala. En el lugar donde se alza hoy la ciudad de México levantaron su capital, Tenochtitlán, que en su época era una de las mayores ciudades del mundo. Su lengua, sus leyendas y sus formas artísticas ejercen aún su influencia en la cultura del México de hoy día. Los fundadores del Imperio azteca penetraron en el valle de México a principios del siglo XIII. Sirvieron como mercenarios para otros grupos del valle y fundaron Tenochtitlán en una isla en el lago Texcoco en 1325. A medida que su poder crecía, los aztecas se hicieron con el control de otras ciudades más antiguas del valle como Texcoco, Azcapotzalco y Tlatelolco. Conquistaron otros estados en buena parte del centro y el sur de México y les impusieron tributos. A principios del siglo XVI los aztecas controlaban un enorme imperio con cinco o seis millones de habitantes. Tenochtitlán, el centro del imperio, era una enorme ciudad de templos, palacios y mercados. En su apogeo, Tenochtitlán llegó a tener unos 200.000 habitantes.
El primer rey azteca descendía del linaje real de los toltecas, por lo que la civilización azteca desarrolló muchos rasgos de la tradición tolteca. La sociedad azteca era extremadamente militarista, con un sistema político muy centralizado que estaba profundamente imbricado con la religión. Aunque los sacrificios humanos se habían practicado durante toda la historia de Mesoamérica, los aztecas los elevaron hasta el centro de sus rituales políticos y religiosos. Los aztecas produjeron notables obras de arte, que incluían pinturas murales y esculturas en piedra.
LOS TOLTECAS
Los toltecas se hicieron con el poder en el centro de México en el siglo X y dominaron la región durante más de dos siglos. Formaron una vasta red comercial que se extendía desde el suroeste de los Estados Unidos hasta el sur de América Central, y su influencia en el arte y la arquitectura se hizo evidente en toda Mesoamérica. Los toltecas tuvieron un especial influjo sobre los aztecas, que se consideraron después como sucesores suyos. Los toltecas establecieron su capital en Tula (en ocasiones también denominada Tollan Xicocotitlán), al norte del valle de México, cerca de la frontera norte de Mesoamérica. En su apogeo, Tula tenía unos 60.000 habitantes. El pueblo tolteca, que hablaba una lengua llamada náhuatl, estableció un estado más pequeño y secularizado que el de Teotihuacán y otras civilizaciones clásicas. Los toltecas crearon también una cultura más militarista ya que su economía dependía de la conquista y el comercio con otras áreas, más que en la producción de bienes en su propia región. Los guerreros tenían que subyugar otros estados y proteger las largas rutas comerciales. Los toltecas fueron la principal influencia sobre Chichén Itzá, la ciudad-estado maya de Yucatán y algunos pueblos relacionados con los toltecas se hicieron con el control de partes de Mesoamérica.
A finales del siglo XII Tula empezó a experimentar un largo declive debido a la sequía, el hambre, las rebeliones y la invasión de pueblos bárbaros chichimecas desde el norte. La supremacía tolteca terminó y muchos otros grupos de lengua náhuatl entraron en el valle de México Entre ellos había un pequeño grupo que se llamaba a sí mismo mexica, pero que se hicieron famosos con el nombre de aztecas. Los aztecas se convirtieron en la siguiente potencia importante de Mesoamérica.
LOS MIXTECOS
Son un pueblo amerindio de la familia lingüística otomanque, habitante de los actuales estados mexicanos de Oaxaca, Guerrero y Puebla. La cultura mixteca floreció en el sur de México desde el siglo IX hasta principios del XVI y sus miembros fueron los artesanos más famosos de México. Sus trabajos en piedra y en diferentes metales nunca fueron superados. Entre sus especialidades se podían citar los mosaicos de plumas, la alfarería polícroma decorada y el tejido y bordado de telas.
Las contribuciones más importantes de los mixtecos son: los registros pictográficos en códices hechos sobre piel de venado de la historia militar y social que narran aspectos del pensamiento religioso, de los hechos históricos y de los registros genealógicos de su cultura; la orfebrería, cuyas muestras como pectorales, narigueras, anillos o aretes, demuestran que manejaron con maestría el oro trabajado con la técnica de la cera perdida, así como el labrado del alabastro, el jade, la turquesa y la obsidiana, entre otros. Las piezas más notables que se conocen proceden de los enterramientos de Monte Albán, descubiertos por el arqueólogo Alfonso Caso, y que se exhiben en el Museo Regional de Oaxaca. Otros legados mixtecos son: un calendario análogo al utilizado por los aztecas y sus técnicas agrícolas.
Entre los siglos XI y XII de nuestra época, los mixtecos adoptaron una influencia tolteca cuya característica civilizadora los motivó a buscar asentamientos más estables que los que habían tenido; se dedicaron a dominar a los zapotecas por medio de invasiones de sus tierras, guerras y alianzas políticas por matrimonios. De ese modo se apoderaron, por ejemplo, de Monte Albán, que había sido abandonada por los zapotecas y los mixtecos convirtieron en necrópolis, enriqueciendo notablemente sus monumentos funerarios. Tanto en esa ciudad, como en Mitla, aportaron conceptos arquitectónicos evolucionados como las grecas geométricas de piedras ensambladas que adornan los palacios. Otras ciudades zapotecas de las que se apoderaron los mixtecos son Zaachila y Yagul, también en el estado de Oaxaca, con las que se complementa el conjunto del impresionante legado de estas culturas. Los mixtecos influyeron en el declive de la civilización maya en el sur, y permanecieron independientes de los aztecas en el norte. Es posible que la población mixteca actual ronde el medio millón de personas, distribuidas en 3 regiones principales: la Mixteca Alta (en las zonas frías de la sierra Madre del Sur), la Mixteca Baja (siguiendo el curso del río Atoyac) y la costa (estados de Oaxaca y Guerrero).